jueves, 25 de febrero de 2010

4.

Arte es también: construir puentes, como dar al cultivo hortelano un trazado artístico; vestirse con soltura; guisar sin requilorios un plato substancioso; hablar con pasión dosificada; con humor sin egolatría; tener la casa adecuada, bien dispuesta, funcional, sin inútiles trapos colgantes, sin flores que están mejor en el campo; dibujar sin pretensiones un itinerario, un mueble útil, un pequeño plano de circunstancias; servirse de unos metros de cretona para cubrir una cama; darse a sí mismo una lección de cosas construyendo los propios muebles; oír un concierto sin fiebre pero con atención; dedicar unas horas al pequeño y maravilloso arte de la encuadernación, de la guitarra, de la botánica predilecta, de la filatelia instructiva; escribir las impresiones de una velada, de una representación teatral, de una tertulia, de una prueba deportiva sin taquilla; leer sin locura de acabar; estar pendiente de la hora del alba para acampar en despoblado, en la pradera más bella en la orilla de un río, en una ladera florida; visitar una exposición sin oír al padrino del que expone; atajar al lenguaraz que intenta acaparar el interés de una reunión; ir al circo con un crío inteligente para contagiarse de su picardía; rellenar las horas de hastío de los demás con ejemplos de laboriosidad apasionada; callar cuando todos hablan; curar las desventuras con trabajo; eliminar de la vida las preocupaciones inútiles; someterse a autodisciplina rigurosa; no creerse héroe, ni guapo, ni indispensable, ni tenerse por ciudadano que siempre está de vuelta y al cabo de la calle; cultivar un minúsculo jardín; preferir las buenas reproducciones a los malos cuadros; decorar sencillamente la vivienda con barcos en miniatura, con fotos expresivas y escasas, con relojes de buen timbre metálico; pasar una tarde contemplando buenos grabados, viñetas, libros bien impresos, vidrios, azulejos, forja, sedería, lana tejida con destreza; seleccionar los perfumes acres y los que no lo son, eliminando los escandalosos.


Felipe Alaiz (Belver de Cinca, Huesca, 1887-París, 1959)

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